lunes, 19 de enero de 2009

Domingo en la ciudad

Un domingo en el la ciudad puede transportarte a cualquier lugar.
Eso nos sucedió cuando comenzamos a transitar los senderos del Parque Chabuco.
Repentinamente, ante nosotros, parecía desplegarse un universo paralelo.
Nuestra atención fue atrapada ante unos chicos que parecían ser dibujitos animados.
Imposible abstenerse de entrar a ese mundo irreal que tan accesible se presentaba.
Chicas que parecían ser discípulas de Salior Moon charlando con chicos salidos del viaje de Chihiro que al mismo tiempo hablaban muy cordalmente con otros mas cercanos al gótico que a cualquier otra serie de animé. Sin embargo, en estos tiempos tan violentos en donde la tolerancia escasean, se había generado un encuentro en donde la ficción y la realidad se estrechaban la mano.
La tentación de acércanos nos invadió. Queríamos saber más.
Ahí estábamos, ante un mundo tan especial que nos invitaba a pasar, a echar un vistazo, a averiguar de que se trataba esto que ante nuestros ojos se presentaba.
Así nos enteramos de la novedad: la movida costume player . Según nos explican, la misma consiste en tomar como referente a un personaje de la manga japonesa con el que uno se sienta identificado, de forma tal que a través de su vestuario, la personalidad del mismo pueda ser representada en la persona que porta el disfraz. También están las lolitas. Ellas encuentran su inspiración en el estilo victoriano de fines del XIX. Parece ser que las adolescentes japonesas lo tomaron en la década del ’90 como referente estético, sin tal vez considerar – creo yo- algunas implicancias ideológicas que encerró la época victoria para las mujeres, bastante perniciosas, por cierto. Adolecentes argentinas emulan a las niponas en todo lo referente a estan tan particular manera de vestir y de presentarse en público. Las chicas convertidas en muñecas se juntan un domingo al mes con los costume player a tomar el té.
Lo más interesante sucede luego del impacto inicial, y comienza a ocurrir en el momento en el que nos comentan el sentido mas profundo de estas domingueras meriendas. Su organizador me comenta que muchos de los chicos y chicas que participan de la movida, en esos encuentros se sienten aceptados, y que es esa la motivación primera y ultima de este cuelgue. Jóvenes que se sienten rechazados y señalados por el resto que les impone una normalidad que ellos no acatan, aquí hallan el ámbito momento para quitarse el estigma y expresar su diferencia. “Acá no importa si sos rolinga, flogger, dark o costume player”, me dice.



Es este el momento en que los chicos raros dejan de serlo.

Mirandolos bien, pero sobre todo escuchándolos, no lo son tanto.




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