domingo, 28 de diciembre de 2008

Antes de sentir

Antes de sentir,
el cuerpo es invadido por un cúmulo de sensaciones difíciles de preveer.
Nos sorprenden, nos abordan,
dejándonos atónitos ante ese devenir que se impone,
ante el cual no sabemos que decir ni que hacer.
El cuerpo se entrega,
se deja ir ante ese impulso al que no puede resistir.
Irrumpe y lo toma.
No pide permiso.

El corazón palpita más fuerte,
sus latidos alcanzan una rabiosa velocidad,
que contagia el cuerpo.
Un torrente de emociones se adueña de él.
Atónitos, vibramos ante la intensidad del encuentro.
No sabemos que hacer

Libres ahora de nuestro racional vigía
Quedando al merced de la delicia,
Los sentidos se agudizan,
De esa delicia a la que se nos enseña a rechazar cuando pequeños,
Para que dejemos de ser niños, y seamos grandes
Grandes serios, correctos y educados,
siempre temerosos de no ser lo que se espera que seamos.

Valientes, logramos liberamos de esos imperios que no son nuestros,
comienzan a resultarnos ajenos cuando la contingencia nos consterna
despabila los sentidos,
se rebelan, se liberan.
Acontece con muy poco,
Con dejarse vivir, vibrar, sentir
una infinita tristeza puede invadirnos,
pero por sobre todo,
siempre existe la posibilidad
de que una inmensa alegria desborde nuestra alma de dicha,
y nos lleve,
y nos trasporte a esos lugares a donde siempre soñamos ir.

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